viernes, 10 de enero de 2014

Repoblación forestal.

 
Repoblando el monte 
 
En la entrada de hoy trataremos el tema de las repoblaciones forestales.
 
El territorio español y en concreto sus masas forestales han sufrido y siguen sufriendo una serie de actividades y fenómenos que contribuyen a la desaparición de la cubierta arbórea, desde aprovechamientos madereros mal gestionados, roturaciones de terrenos para su uso agrícola, pastoreo excesivo o incendios forestales, entre otras actividades, que favorecen la disminución del arbolado.
Estos sucesos no solo producen el retroceso del número de hectáreas forestales sino que además conllevan otros sucesos como la pérdida de la calidad del suelo, la desaparición de una cubierta protectora frente a la lluvia y la consiguiente erosión y desertización, además de aumentar el riesgo de sufrir inundaciones.
 
Para paliar estos efectos se hace necesario en muchos casos una adecuada repoblación forestal.
Tras la Guerra Civil española se aprobó la Ley del Patrimonio Forestal del Estado que tenía como objetivo: elevar la productividad de los montes, repoblar todos los rasos de los montes para conseguir un buen régimen hidráulico, crear los que fueran precisos para satisfacer las necesidades nacionales de consumo de productos forestales, y crear aquellos otros, que con sus productos, viniesen a sustituir con ventaja, el servicio que prestaba la agricultura y la ganadería.
 
Con estas políticas económicas y sin tener apenas en cuenta el punto de vista de la biodiversidad no tardaron en surgir numerosas críticas que se mantienen hasta nuestros días.
 
En resumen las críticas hacia estas repoblaciones se pueden detallar en que se efectuaron sin elaborar un adecuado estudio ecológico, implantando aquellas que poseían un crecimiento más elevado y en
muchos casos siendo especies exóticas como Pinus radiata, Eucalyptus sp y Populus x euramericana.
También ocasionaron en algunas zonas la sustitución de extensos bosques de especies climácicas por otros con un mayor riesgo de incendio por ser especies pirófilas, o por producir un importante impacto paisajístico al observar cientos de árboles plantados en líneas paralelas.
Para evitar que una repoblación pueda ser contraproducente con la idea original que se busca desarrollar se debería tener en cuenta una sería de requisitos, elaborando una adecuada investigación y planificación.
Algunos de los requisitos fundamentales serán los siguientes:
  • En primer lugar, determinar el objetivo de la repoblación. Si será una explotación productora de madera, función protectora, fijación de taludes y riberas, cobertura ganadera, etc.
  • En segundo lugar, se debe seleccionar la especie. Para ello se deben analizar factores fitogeográficos, climáticos y edáficos, seleccionando especies que sean típicas del lugar y si es posible obteniendo los plánteles de ejemplares que crezcan en dicho terreno o en las cercanías. De esta manera garantizamos que las especies que estamos plantando están adaptadas a las condiciones del lugar a repoblar.
  • Tercer lugar, los factores biológicos. Definir cómo será el desarrollo de los árboles frente a la competencia con otras especies, posibles plagas o enfermedades presentes en el lugar, etc.
  • Por último, los factores económicos. Coste de la repoblación; si será una masa productora, accesos, facilidad de extracción, rendimientos, etc.
Tras la investigación previa, comienza otra serie de actividades como la recolección de semillas y las  técnicas de germinación, preparación de sustratos, métodos de cultivo y posteriormente la preparación de terreno, si es necesario abonados, riegos, podas, etc. En conclusión, un proceso de regeneración forestal es una actividad compleja que requiere una planificación adecuada para garantizar su éxito.
 
Repoblación a pequeña escala.
Por otro lado y de una manera más mundana, nosotros también podemos contribuir a la regeneración de nuestros montes aunque evidentemente con un alcance mucho menor y sin la necesidad de elaborar complejos estudios previos.
 
Para ello podemos adquirir unos cuantos árboles en algún vivero especializado o de una forma más gratificante, seleccionar nosotros mismos las semillas al pasear por nuestros campos y bosques y germinarlas para su posterior plantación en algún terreno que debido a diversos factores hubiera perdido su arbolado original.

Sí que es importante tener en cuenta que las especies que plantaremos sean originarias de la zona seleccionada, que ya crecieran en dicho lugar antes de su desaparición.
 
Por otro lado, la mejor época para realizar una plantación será en Otoño o Primavera para aprovechar el máximo las posibles precipitaciones, aunque esto depende del lugar y de las especies. En la región mediterránea sería recomendable efectuarlo en Otoño, preferentemente tras periodos de lluvias en los que el suelo del monte se encuentre húmedo, de esta manera garantizamos algún riego natural en invierno y posteriormente en primavera con lo que las plántulas ya estarán asentadas y enraizadas para aguantar el caluroso verano.
 
Para la repoblación que aquí se describe, se ha seleccionado una zona del interior de la Comunidad Valenciana afectada por incendios forestales y en la cual la masa arbórea prácticamente ha desaparecido dejando paso a la maquia o matorral mediterráneo. Tan solo, podemos encontrar algunos ejemplares dispersos de Pinus halepensis, Pinus pinaster, Quercus ilex, Quercus faginea, Juniperus communis y Juniperus thurifera.
 
Selección de especies:
Teniendo en cuenta las especies anteriores, seleccionamos un total de 10 plantones para plantar en el lugar, entre Pinus pinaster, Quercus faginea y Quercus ilex, procedentes semillas de ejemplares  adultos que encontramos en los alrededores y que lograron sobrevivir a las llamas.

 
Es recomendable recoger semillas de árboles ni muy jóvenes ni muy viejos y de diferentes pies, para garantizar una adecuada salud y diversidad genética de los plantones.
Una vez germinadas aportaremos un sustrato acorde a las condiciones edáficas de dichas especies.
 
Una vez que tenemos los plantones seleccionados procedemos a su plantación, para ello también hay que tener en cuenta aspectos como la adaptación a la luz de estas especies, si son tolerante al sol directo (heliófilas) o que prefieren sombra (esciófilas). Por ello seleccionaremos el lugar más indicado según la especie:
  • Pinus pinaster: Heliófila, podemos plantarlo en las zonas más despejadas o de solana.
  • Quercus ilex: Esciófila durante sus primeras etapas de crecimiento, luego heliófila. Plantar preferentemente en sitios con sol y sombra, entre grandes arbustos, paredes rocosas o incluso en umbrías.
  • Quercus faginea: Principalmente esciófila, aunque también aguantará el sol directo en estado adulto. Plantar preferentemente en las umbrías.
Preparación del terreno:
Una vez escogido el lugar más indicado procedemos a realizar el agujero de plantación. En primer lugar retiramos la posible maleza que pueda competir con el espacio reservado a nuestro árbol. En este caso se retira una porción de la abundante vegetación herbácea que cubre el lugar.
 

 
Hoyo de plantación:
A continuación realizamos el hoyo de plantación. Unas dimensiones de 40cm x 40cm pueden bastar aunque podemos hacerlo más grande si es necesario. Al cavar el hoyo podemos reservar a un lado la capa de tierra superior, que como en este caso es la que más materia orgánica posee, siendo la parte inferior más arcillosa. De esta manera mezclaremos ambas capas para favorecer el drenaje y el aporte de nutrientes.
 
Se puede apreciar la diferencia de tonalidad entre la tierra de la capa superior (más oscura) con mucha materia orgánica y el resto (más ocre) rica en arcillas. Es recomendable mezclar ambas capas.
 Una vez el árbol está en el hoyo procuramos centrarlo y añadiremos la tierra hasta cubrir totalmente el cepellón. Una vez cubierto compactaremos la zona, no excesivamente, para afianzar la planta. Sería conveniente realizar alcorques con la misma tierra de forma que al llover se acumule el agua en su interior.


Una vez tenemos el alcorque realizado, podemos esparcir la misma hierba que hemos cortado al principio sobre el hoyo de plantación, de esta manera creamos una capa protectora que evitará por un lado, que el impacto de la lluvia arrastre la tierra pudiendo destapar las raíces y por otro lado, permitimos que se conserve la humedad por más tiempo. Por otra parte, al ir descomponiéndose la hierba también irá aportando nutrientes beneficiosos para el desarrollo de la planta.



Si no se dispone de hierba para formar la capa protectora, podemos usar otros materiales de los alrededores como corteza de pino, hojarasca, incluso gravilla fina.
Pinus pinaster listo para crecer en su nueva ubicación.
 Si la zona en la que hemos plantado nuestros árboles es transitada por excursionistas podemos poner unos palos clavados en la tierra alrededor del arbolillo para hacerlo más visible y evitar de esta manera que algún caminante despistado nos lo aplaste. También podríamos hacer el típico circulo de piedras alrededor del mismo, aunque para mi gusto queda más artificial, además, lo que tratamos en este caso es de restaurar un hábitat de la forma más natural posible.


Marco de plantación:
Como los árboles que plantaremos  serán pocos, no será necesario diseñar previamente un marco de plantación, tan solo buscaremos aquellos lugares más favorables para nuestros árboles y los instalaremos en dicho terreno.
Si por el contrario disponemos de un número elevado de ejemplares, deberemos guardar una distancia de separación entre árbol y árbol de unos 5 metros y aplicar un marco de plantación a tresbolillo, huyendo de la típica plantación en líneas paralelas, de esta forma obtendremos un aspecto más natural en la futura masa forestal.

Pinus pinaster
Quercus faginea
  Si disponemos de algún punto de agua cercano sería muy recomendable regar todos los árboles plantados, de esta manera asentaremos mejor la tierra alrededor de las raíces y además dispondrán de una cierta cantidad de humedad hasta las próximas lluvias.
En este caso, en la región mediterránea que nos encontramos, pueden pasar largos periodos de tiempo sin apenas caer unas gotas, por lo que se debería realizar algún riego periódico por lo menos hasta que la planta se acomode y enraícen en el terreno. De esta manera aumentamos la tasa de supervivencia considerablemente.


 
Una vez que nuestros árboles estén asentados, irán creciendo poco a poco. Durante este proceso no podemos olvidarlos, debiendo acudir cada cierto tiempo al lugar para aplicar las correspondientes podas y garantizar así su correcto desarrollo.

Y después de muchos años cuando visitemos el lugar con nuestros nietos podemos decirles que esos árboles los plantamos nosotros y que seguirán ahí cuando ya no estemos, dejando nuestro legado para las generaciones venideras.

Gran ejemplar de Carrasca (Quercus ilex var. rotundifolia) de al menos 200 años de antigüedad. Siete Aguas, Valencia.
 




 

 


 
 

1 comentario:

  1. Tal vez deberiais comentar algo sobre aspectos legales. Tengo entendido que esta prohibido sembrar arboles sin algun tipo de permiso

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